"Cerró el cuaderno para, una vez más, sumir su mente en tinieblas"

“Se sentía como si le hubieran dado una paliza. Solo necesitaba otro momento a solas para poder recordar el camino de vuelta a casa.

-Yo te curaré –en ese momento supo que siempre le pertenecería, sin importar lo que ocurriera o el tiempo que pasara.

-Eres una decepción –aquella frase se grabó a fuego en su corazón y en el rincón más oscuro de su mente. Siempre estaba allí, como la brasa candente de una chimenea, para que nunca la pudiera olvidar.

-¿Por qué me obligas a sentirme así? –se preguntaba todas las noches insomnes que cerró la puerta tras de si, dejando a los fantasmas fuera.

-Nunca volveré a ser la misma –le aseguró en el momento en que el último lazo que los unía se quebraba como el fino cristal.

-Juntos atravesaremos la oscuridad –no fue dicha como una promesa, pero esa frase tuvo mucho más valor que todas las promesas del mundo juntas.

Lo sentía siempre a su lado, como la primera vez en su vida que sus ojos se encontraron. Como la última vez que sus ojos se despidieron.

Recordar el tiempo que juntos miraban las estrellas le hacía darse cuenta de la soledad, de la locura y de la cadena que la ataría siempre a esa telaraña tejida con las sombras de los recuerdos que un día había tenido tan vivos y tan presentes”

Repasó las líneas con cuidado, acariciando cada palabra. A dos personas diferentes estaban dirigidas aquellas frases. Dos personas que se encontraban en lugares opuestos.

Se estremeció cuando el pensamiento de desear el intercambio entre aquellas personas  pasó acariciando su mente. Cerró el cuaderno para, una vez más, sumir su mente en tinieblas.